lunes, 14 de abril de 2014

IT'S NOTHING

Hace algunos días, impulsado por mi creciente afán por enviar cartas y un arrebato de romanticismo, decidí ir a la oficina de correos postal de Leuven para enviar una copia física de una carta escrita a una amiga. En una ciudad en la que como estudiante, tengo acceso gratuito a Internet en casi cualquier punto de la ciudad, consideré el paseo hacia la oficina de correos como una visita turística. Una vez en la oficina, la trabajadora de la oficina de correos cumpliendo con su honroso trabajo amable y diligentemente pesó en la báscula los seis folios y el sobre reciclado del ayuntamiento con el nombre de mi amiga en el anverso (por ahorrarme el dinero del sobre), asegurándose que algún gramo en exceso no iba a suponer un cargo extra. Fue una no demasiado agradable sorpresa para mí saber que enviar una carta de Bélgica a España me iba a suponer 1.17€. Tras tanto período digitalizado se me habían olvidado los precios de las antiguas reliquias de la era pre-Internet, como por ejemplo, lo que cuesta enviar una carta por correo postal. Mi cara de sorpresa al conocer la cifra provocó una cierta mirada de extrañeza en la funcionaria. Yo, persona excesivamente expresiva y deplorablemente educada, con mi pésimo acento y cometiendo infinidad de faltas gramaticales y léxicas le miré con asombro y le pregunté:

-          1.17 Euros?? To send one letter?? To Spain??

La extrañeza de la trabajadora de sueldo mínimo belga superior a los 1.700€ al mes se multiplicó viéndose obligada a contestar a tamaña obviedad.  

-          Yes, of course.  One euro, what is one euro? It is nothing. Even, 10 Euros… It’s nothing.

Me atropellé por las prisas cuando le manifesté, con excesiva prontitud e indignación, sus enormes dificultades para entender mi situación. Respirando ventralmente, contando hasta tres y olvidando la semana de comer arroz que había pasado, más calmada y educadamente, le intenté explicar que, desde mi punto de vista, era comprensible que su situación hacía un tanto difícil entender que para un estudiante universitario en un país de mayor riqueza un euro, en ocasiones, marca una seria diferencia, y diez, más. La respuesta correcta, que como en toda buena discusión llega tomándose un café unas horas más tarde, hubiese sido pedirle amablemente, si por favor hubiera podido aportar aquella ínfima cantidad de su propio bolsillo. Algo que teniendo en cuenta la generosidad y el desprendimiento belga es extremadamente improbable. Ella, no demasiado convencida continuó haciendo su trabajo. Yo, que entre tantos otros defectos tengo el gran fallo y vicio de la verborrea y la pedagogización, pues creo que evitar la confrontación con un sólido razonamiento es más efectivo, le continué explicando que la información contenida en una carta puede ser transmitida por correo electrónico a través de Internet de manera gratuita e instantánea. Entonces, y ahora sí, la trabajadora de la oficina de correos remató la jugada.

-          Yes, yes!! Internet!! Is expensive!!
-          Expensive?!?!?!

Mi cara se transformó en un cúmulo de expresiones de incredulidad y pasmo. Incluso habiéndome convertido en un acérrimo enemigo de Internet y de la era de la inmediatez, hay ciertas afirmaciones que me cuesta digerir… Decirme que Internet is expensive… Recuperando la serenidad y con paciencia. Utilice un poco de mi razonamiento occidental para explicarle mi parecer.

-          Well, supposing that an average price for the Internet is 30€ per month, could be, no? More or less? Right? Okay. In one month, how many letters can I send? (La mujer utilizo su veloz cálculo mental para echar unas pocas cuentas aritméticas.) Where?

Ahora sí, cayó en la cuenta.

-          Well, that’s true. Yes…

Le deseé un buen día y me marché de la oficina de correos sabiendo que probablemente sería la última carta postal que mandaba de manera voluntaria y espontánea.

Soy consciente de que Internet ha destrozado y sigue destrozando el romanticismo de la paciencia y la espera, así que como muestra de arrepentimiento y petición de disculpas, le rendiré un breve homenaje a los pequeños y colosales actos de romanticismo del siglo XXI, añadiendo  un poema a la enormidad de información contenida en Internet. El poema firmado por Fernando del Val se encuentra recogido en el libro Orfeo en Nueva York. Si hubiese puesto el poema al principio de la entrada del blog, me habría ahorrado unas 800 palabras de innecesaria información, pues considero que la situación descrita está perfectamente recogida en la interpretación personal que hago del poema. No estoy seguro si en esta historia soy King Kong, el usurero, o ambos, al menos está vez, aunque haya muerto matando, envié la carta.


king kong cayó en la cuenta
que estaba sumando un usurero en plena calle

aplasto los números y lo aplastó a él y zanjó toda posibilidad venidera
de amor

murió matando

(del Val, Fernando, 2011)




        Referencias
        del Val, Fernando. (2011). Orfeo en Nueva York. Editorial DIFÁCIL.


lunes, 7 de abril de 2014

No es lo que tienen, es lo que son.

una barba seria, concentrada
poblada de canas debidas a la experiencia y las preocupaciones

rizos grecolatinos
garfios que enganchan ideas
danzando al son del viento

observador etéreo, idealizado
lleno y vacío, ocupado

agua trasmitida en palabras
comunicación convertida en movimiento

comunión y aprendizaje


gratitud


Trenes, contenidos y formados por vida y movimiento, suelen presentárseme como lugares idóneos donde la mis ideas y pensamientos emanan, brotan y se transforman en escritura. Un cerebro estimulado a veces por la compañía, a veces por la soledad. Pero comúnmente creador en soledad procedida de compañía. Es el momento de volver a casa, sobre raíles, alejándome del aeropuerto y el avión que no cogeré. El avión que ahora mismo sobrevuela la realidad probablemente no sea el suyo, pero me encanta pensar que sí. Quiero creer que han llegado hasta ahí no por lo que tiene, por lo que son.

Universos individuales creados a lo largo del tiempo y la experiencia. En mi mente ahora mismo (reverenciando el valor del momento, de la escritura y de lo no-inmediato) se encuentran bailando dos grandes nombres del panorama bboying español. Un nombre labrado tras muchos años de experiencia, consistencia y aguante; y un nombre que ha florecido de manera exponencial en los últimos años. Lo moderno y lo clásico reencontrado, derribando barreras temporales, y yo observador, por creyente en las casualidades y aficionado a la belleza.

El nombre, no representativo de la esencia, es lo poseído, lo que han conseguido a través del esfuerzo. Ni siquiera los grandes creadores de la vida son capaces de robar la esencia con un nombre, pues son artistas pero no genios. En una sociedad orientada al consumo, a la posesión y a la comparación, no importa qué o cómo se sea; importan los logros, los resultados, el producto. Una maciza lástima me invade cuando me doy cuenta de que es necesario obtener algo tan individual y personal como el nombre, la representación de lo que se es. Pero la esencia ahora mismo escapa, vuela sentada en el 14D y en el 14E a 30.000 pies de altura y escribo y pienso en ellos porque no me importa lo que tengan, me importa lo que son.

Observo fragmentos de vidas completas. Apago la luz y me pongo a mirar a los astros que componen universos infinitamente desconocidos, incluso para el propio posesor. Hay motivación intrínseca, hay simbolismo onírico, hay ideas alocadas. Uno conteniendo y el otro desprendido al viento, ambos son generosos, entregados, desprendidos. Humanos y compasivos, emanan una enorme conciencia social, conocedores del mundo imperfecto que los rodea. Oponentes a la sociedad de consumo, son creativos, son originales, son artistas. Expertos comunicadores transmitiendo su alma a través del movimiento. Producen con su propio cuerpo infinidad de sensaciones en el observador receptivo, vacío. (El vacío, la completa ignorancia de lo que el objeto posee, recoge lo que verdaderamente es, olvidando la realidad que es mostrada) Desde lo más primitivo a lo más evolucionado. Comunicación directa y pura con el espectador, recíproca si es en el pasillo de un hotel forrado con moqueta lacerante. Hay alegrías y hay penas, triunfos y fracasos. Hay problemas tan transcendentales y profundos como la muerte, y tan mundanos y asfixiantes como el dinero. Hay lucha, hay esfuerzo, hay resistencia. Supervivientes de un ambiente cambiante, próspero en algunas ocasiones y pernicioso en otras. Pues el ser humano esta construido para amar, aunque envidie y odie en ocasiones. Todo nos afecta.  

Mi fe en la humanidad me obliga a escuchar y a intentar comprender todos los puntos de vista de cualquier ser humano. Sean cuales sean. Y el resultado es que las energías y las esperanzas se me renuevan con cada palabra sinceramente sentida proveniente de una mente caracterizada por el dinamismo. Me consuma que la gente siga utilizando el corazón y el cerebro.

Frases resonantes de genios interpretadas por grandes artistas me recuerdan el valor de la humildad. Ni yo, que no me considero ni genio ni artista,  ni mi texto, ni siquiera una burda copia de la realidad, pueden contener la esencia de estas dos personas increíblemente maravillosas. Pero, cuando el mensaje merece la pena ser transmitido, perpetuado y compartido, me sirven servilletas de bares, firmadas de antemano con un elocuente:


“Gracias por su visita”